Ábreme

– Cariño, ábreme. Sabes que lo siento mucho. Fue un accidente, un acto reflejo. Ábreme, Marta. Déjame verte el ojo. No seas cría, que me estoy poniendo nervioso. No me hagas gritar. Abre de una vez.
Sorprendentemente, la puerta se entreabre.
Él inmediatamente la bloquea con el pie, para prevenir cualquier arrepentimiento. Pero por primera vez, en el delgado espacio creado entre ambos, hay algo distinto al miedo.
Aparece la vibrante llama del encendedor de cocina. Y detrás, la boquilla del spray para cucarachas.
Es algo que Marta vio ayer en una película.
Y también dirá que fue un acto reflejo.

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