La joven esposa le besa en la mejilla y sale de la habitación. Deja ese extraño vacío a su espalda que solo provocan las mujeres hermosas. El marido la ve alejarse, chupa su puro y suelta el humo lentamente, mirando a su amigo.
– Demasiado joven, lo sé. Mis hijos ni siquiera han querido conocerla. Mi evolución ha sido como la de un hombre de fe. De joven me impresionaban las formas por encima de cualquier consideración. En la madurez perseguía el fondo, me creía inteligente. A mi edad todos volvemos a lo externo, solo ahí he encontrado verdades irrefutables.