Cuando se asoma al patio interior del edificio, siempre echa un vistazo al vecino del tercero. Desde su ventana solo puede verle en picado, jugando eternamente al solitario en el ordenador, con un cigarrillo en la mano. Casi siempre lleva albornoz y calcetines con agujeros. Constante como el sol, inmóvil salvo por el humo y la mano que hace clic. Le imagina infinitamente aburrido, atrapado por una baraja tan real como su vida.
Una tarde toma una decisión. Baja al tercero, localiza su número, escucha unos segundos y desliza silenciosamente por debajo de la puerta un disco lleno de juegos.
Seguirá pasando por las mañanas y estará jugando al solitario. Fijo.
Al menos que juegue al Solitario Plus durante unos días, que vea nuevos horizontes 🙂
🙂 Esta historia está basada en hechos reales. Miedo tengo de dejarle el Plants Vs Zombies y el World of Goo en un CD. El otro día hacía diseño de vídeo, va ampliando sus horizontes, y además, Emili i Montserrat (lo pone una chapa en la puerta), son simpáticos cuando los cruzas en la escalera y reciben la revista de Amnistía Internacional 😉
Si el mensaje de Joni tiene 100 palabras bien podria ser uno de los cuentos de este blog, tiene el mismo fondo y un estilo similar