El buceador busca, pero no quiere encontrar. Se limita a contemplar el fondo arenoso, dejando la mente en blanco y haciendo que la regular cadencia de su respiración lo llene todo. Avanza despacio, moviendo suavemente las aletas entre las columnas de luz que cruzan el agua y se funden en este mundo de anomalías. Espira. Hay un bloque en el suelo demasiado limpio de sedimentos. Respira y observa la cadena enganchada, los eslabones que también se mecen al compás silencioso, hasta el tobillo, el cuerpo, la cara inexpresiva, los ojos vidriosos que no quería, por nada del mundo, encontrar.
no sé yo por qué quieres exactamente tú volver a disfrutar del buceo, ejem…
el inicio me ha recordado a javier marías: 'no he querido saber, pero he sabido…', en 'Corazón tan blanco', creo
Puf… Los buceadores SIEMPRE queremos encontrar… Aunque sea algo chungo, es como un premio ser el primero en verlo.
¡Qué maravilloso!, Este cuento me ha dejado encantada, como muchos otros, por supuesto. Pero este en especial, es fascinante. ¡Vaya genio eres!