Minuto de Caos

En su primer día en la oficina le advirtieron sobre el Minuto de Caos. Los trabajadores tenían exactamente sesenta segundos diarios para desatar sus energías contenidas, sin restricciones. A las once en punto, casi sufrió un infarto cuando todos sus compañeros comenzaron a gritar al unísono, con caras desencajadas de furia. Vio volando bolígrafos y teclados, un hombre volcó torpemente la fotocopiadora, su jefa abrió su blusa lascivamente hacia él, un desafío de pezones erectos. Más allá, dos hombres encorbatados lucharon, rodando por el suelo, hasta agotar el último segundo.
No pudo pensar en otra cosa hasta el día siguiente.

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