El lenguaje es pecaminoso e ilusorio, medita el Maestro. Las vanas palabras sirven tanto para nombrar la estela de un caracol como el rastro de un cometa. Uno es la huella de un ser vivo insignificante, el otro es la coronación del universo. ¿Cómo pueden cosas tan dispares representarse con la misma clase de símbolos y sonidos? El lenguaje debería nombrar cada cosa, pero también aludir a su naturaleza. Pobres blasfemos. ¿Cómo pretenden abarcar el océano en una palabra? ¿Y el amor? ¿Cómo podrían así invocar a Dios?
Esto piensa el Maestro, aunque naturalmente nunca podrá decirlo, para no pecar.
Pero…¿no consta el nombre del autor? ¿Cómo puede ser?¿Un descuido? El autor es Jordi Cebrián. Para que conste.
Pues no. El autor soy yo y no soy Jordi Cebrián. Y no está copiado de ninguna parte, por si es lo que quieres decir.
Un saludo