El villano yace inmóvil. Es mediodía y siente un denso aburrimiento. Se incorpora en la inmensa cama, descubre las sábanas de seda y mira al acuario donde hacen ronda tres tiburones.
Le molesta reconocer que se equivocó, pero es la verdad. Debió dejarle escapar, in extremis, como en ocasiones anteriores. Ahora ha perdido a su archienemigo, al héroe que daba sentido a aquellos planes grandilocuentes, al único que siempre encontraba, afortunadamente, el modo de desbaratar sus locuras colosales.
Ahora ya no es un villano. Solo es un viejo rico mirando a sus tiburones, esos idiotas que resultaron ser demasiado voraces.
Muy interesante… Me he imaginado al leerlo a nuestro querido Sean Connery en el papel de James Bond y a «Largo», el villano de Thunderball a cargo de los tiburones. Me gustan tus cuentos :).
Este es sensacional!!!