Pequeños insectos estallan contra el parabrisas del coche, que serpentea por la carretera del pantano
– ¿Qué ha sido eso? ¿No has oído un golpe?
– No.
– Ahora, otra vez. ¿Lo oyes?
– No oigo nada.
– Que sí. Algo está dando golpes. Para el coche.
– No es nada.
– Que sí. Escucha. Otra vez. Es el maletero ¡Hay alguien el maletero!
– Cariño… ¿no hemos hablado siempre de respetar el espacio del otro?
– Sí.
– ¿Acaso me meto yo en tus asuntos?
– No.
– Pues, por favor, déjame a mí con mis cosas.
– Vale. Perdona.
Se oyen dos golpes más.
Pero ella sube un poco la radio.